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Para Juan Antonio Nieto


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El pasado domingo 27 de febrero faltó Juan Antonio Nieto, desde Audiotalaia hemos querido hacerle un modesto homenaje escuchando “Learning To Fly”. 

Como creador, Juan Antonio Nieto nos ha dejado un legado enorme, una forma de hacer única, contraintuitiva en muchas ocasiones; Juanan nos ha regalado una música opresiva, salvaje, visceral, densa, compleja y en muchas ocasiones inasible y desconcertante. A mi personalmente siempre me ha fascinado esa capacidad que tiene su música de generar espacios tan ricos y misteriosos que uno no puede más que perderse en ellos y dejarse llevar. 

Y no solo esos espacios que construye sino los elementos que lo forman y cómo estos danzan en nuestros oídos. Juan Antonio Nieto es un creador de paisajes sonoros formados por infinidad de colores y timbres con los que navega cómodo cualquier frecuencia del espectro auditivo explorando su materialidad, su plástica, moldeando el sonido de un modo incomprensible. De ahí la riqueza, de ahí el misterio que comentaba antes. 

Los que tuvimos el placer de escucharle en directo pudimos también comprobar cómo, a pesar de una puesta en escena sumamente aséptica, uno queda rendido y clavado en la silla abrumado por ese despliegue de energía que era puro clímax y akelarre sonoro. 

Recuerdo la primera vez que le escuché en directo, fue en la Clínica Mundana, con un arranque frenético seguido de una sucesión de imágenes sonoras, pulsos, abismos, cuevas, recodos y callejones; como si uno se adentrará en un laberinto que a cada giro se torna más complejo, casi como un rizoma en el que a media que se avanza uno va perdiendo la perspectiva sobre lo vivido y cae rendido bajo el peso de una colada sónica de frecuencias al límite. 

Y luego el silencio, el corte, el final contraintuitivo (y ya he usado dos veces esta palabra pero es que con Juan Antonio Nieto todo desafía la intuición de uno, siempre hay que estar alerta). Y digo que es contraintuitivo porqué de repente se acaba, y se acaba sin prestarle demasiada pompa al final, se termina, sin más, como si lo importante fuera habitar su música y no dejarla pasar; como si lo que realmente él quiere es que nos quedemos ahí, en un punto indeterminado de su música y que esta nunca cese. Vivir en ella, obviar lo que nos hata al mundo, los formatos, lo social, empezar, acabar, los horarios, el siguiente concierto, no, aquí lo que importa es estar en el sonido, todo lo demás puede esperar. 

Y yo no sé vosotros pero así es como quiero recordarle, habitando el sonido, viviendo en él, en ese universo sónico extraño y misterioso, flotando y ya no aprendiendo, sino volando, allí donde esté.