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Como ya comentaba hace unas semanas, estoy participando en el proyecto "En Residència". El proyecto consiste en desarrollar una obra en colaboración con una clase de 4rto de la ESO, en mis caso, del IES Pau Claris de Barcelona. En mi caso, y después de muchas vicisitudes (ahora desarrollo esto) parece que va encaminado al desarrollo de una composición colectiva a partir de una partitura gráfica que si todo va bien estará lista para ser estrenada en primavera.
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Enfrentarse a este tipo de contexto (el de unos alumnos de 4rto de la ESO en un instituto como el Pau Claris) es más que un reto: es un ascenso desde el fondo de la madriguera del conejo del País de las Maravillas (dónde los artistas sonoros viven felices en su nicho) hasta la superficie y por consiguiente la realidad.
Los que nos dedicamos a esto de las músicas extrañas muchas veces nos encontramos departiendo acerca de la falta de audiencia, de que se trata de "músicas no para todos los públicos", músicas minoritarias, "el público no tiene ni idea", "en este país no hay cultura", etc.... Utilizamos toda esa ristra de excusas para amparar nuestra más absoluta incapacidad (o falta de imaginación) para lanzar una idea, convencer o al menos despertar el interés de unos cuantos más allá de nuestro círculo (pequeño, muy pequeño) de acólitos, amigos, enemigos y detractores.
Sin embargo cuando alguien escala la madriguera del conejo y sube a la superficie, de repente, se encuentra en contextos no tan elitistas, más "abiertos" y más inusuales en dónde el feedback de quién escucha al otro lado es tremendamente rico y en contra de todo pronóstico: carente del más mínimo prejuicio. Pero antes de llegar a eso hay que construir un contexto, establecer unos asideros, montar un sistema de contrafuertes para lanzar una idea o presentar una situación. Ojo, que no se trata de darle todo bien mascado a nuestra audiencia "no leída", al contrario, hay que tenerlo sumo respeto y trabajar de forma inexorable, despacio, dedicándole mucho tiempo y muchísima pedagogía. Como dice Adolf Murillo, "fer escola".
No vale con entrar a bocajarro, no vale lo de "esto es así y no hago concesiones", no sirve para nada lo de escudarse en los dogmas aprendidos, hay que tirar de fuegos artificiales y montañas rusas, hay que darlo todo y sobretodo: perderle el miedo y más allá de eso: estar sumamente convencido de lo que uno hace no es solo para los cuatro pedantes de turno, sino que todo dios puede disfrutarlo siempre y cuando se toquen las teclas adecuadas y se den los contextos propicios para que el mensaje llegue.
Estos procesos enriquecen y tiran por tierra las quejas habituales, las demandas de atención, los lloros habituales después de un concierto de esos al que no van ni las novias de los músicos (parafraseando a Barber) son un golpe de efecto al mal entendido encaje de las músicas experimentales en la cultura en general, barren por completo ideas preconcebidas y para mi barren algo que resulta fundamental: la falsa creencia de que estas músicas no son para todo el mundo, me niego a asumirlo, tan solo hace falta un poco de voluntad e imaginación, y eso si: toneladas de tiempo, insistencia prevalencia y trabajo de trinchera, escuela, escuela y escuela, y no me refiero a la ESO, me refiero escuela en la calle, en los conciertos, en los ciclos de música, en la prensa, en los medios en todas partes, mucha, mucha, mucha escuela; y quizás, con el tiempo y con mucha paciencia alguien venga a tus conciertos e incluso llegue el día en el que desde el escenario, mires al público y conozcas a pocos o mejor: a nadie.
Este tipo de situaciones (lo de enfrentarse a contextos ajenos) son absolutamente necesarias y ojalá todos los que nos dedicáramos a esto pasáramos por algo similar, una buena dosis de realidad, la justa cantidad de "¿esto que haces que coño es?" y un buen par de bofetadas al más puro estilo "¿y esto que haces lo consideras música?" vienen de maravilla para ser conscientes del contexto global, para dejar de mirarnos al ombligo.
Todas estas cosas no vienen de nuevo, los que me conocéis ya sabéis que siempre hablamos de lo mismo. Sin embargo, esta vez todo viene a colación de este proyecto con los chavales del IES Pau Claris. Hace unas semanas comentaba con Eva que probablemente este sea el proyecto más complejo al que me haya enfrentado nunca, por una razón muy simple: no es mi contexto. Esa obviedad le da a uno que pensar y ponerse a escalar la madriguera como si no hubiese mañana.
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PD: Y si, por si había dudas: después de 4 sesiones de cabezazos contra la pared, el viernes por fin lo peté en el Pau Claris, ahora tengo 15 chavales motivados y no dudaré en usarlos.
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