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Transcripción del cuaderno de bitácora realizado para La Mina y Su Sonido, publicado el 21 de agosto en el blog de Laboral Centro de Arte y Creación Industrial.
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Esta es una crónica de las cuatro jornadas en las que visité y recogí sonidos en los Pozos Sotón y María Luisa de la empresa Hunosa en el Valle del Nalón, los días 4, 5, 6 y 7 de Agosto de 2013 en El Entrego y Ciaño, Asturies.
Las grabaciones se realizaron utilizando mis Rode NT4 y unos micrófonos binaurales Soundman OKM. El equipo se limitó dadas las características de los lugares de las grabaciones. No se realizaron apenas grabaciones con microfonía de contacto o hidrofonía. El proceso de grabación se desarrolló de continuo, una vez bajábamos del coche encendíamos la grabadora y no parábamos hasta volver al mismo.
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Día 001. Pozu Sotón.
Réquiem.
Una de las primeras sensaciones al llegar al Pozu Sotón fue efectivamente, y parafraseando a José Manuel Costa, la de estar ante un enorme leviatán de hierro apostado en el valle. Una vez adentrándonos en el entramado industrial que cubre este espacio toda una serie de detalles van surgiendo al paso. Primeramente, y de forma muy acuciante, la sensación fue de soledad, abandono y sobretodo cierto cariz palpable en el ambiente de actividad pretérita. Actividad pretérita que se observa en los edificios, las paredes, las texturas y las resonancias, espacios con huellas evidentes de mucho trajín que ahora parecen más un escenario ficticio que un lugar de trabajo. Vemos pocos trabajadores, oficinas vacías y espacios exageradamente grandes para la escasa plantilla con la que hoy en día cuenta el Pozo Sotón. Actualmente - nos cuenta E. - en Sotón quedan unos 100 trabajadores (muchos de ellos de vacaciones, no olvidemos que estamos en pleno verano), 100 trabajadores cifra que contrasta con la plantilla de prácticamente 2.000 personas con las que contaba el Pozo en sus años mozos.
El paseo que realizamos con E. nos llevó por prácticamente todos los espacios en superficie del Pozo Sotón, en cada estancia, edificio o sala en la que nos paramos siempre hay hueco para unas palabras de recuerdo, de desuso, de “todo esto que ves por aquí ya no se usa”.
Aun así, este primer día en Sotón hay actividad: se están subiendo vagonetas desde el embarque hasta la superficie, esta actividad la pudimos registrar así como el trabajo de uno de los operarios haciendo correr vagonetas por los raíles que encontramos inmediatamente después de salir de la jaula.
Sin embargo, Sotón este lunes 4 de Agosto de 2013 suena más bien a descampado, a zona industrial chirriante y desocupada, Sotón suena a ese leviatán funcionando a menos de medio gas, y peor me lo ponen ya que me dicen que el día siguiente, martes, habrá menos actividad, réquiem, todo suena a réquiem.
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Día 002. Pozu Sotón.
El Trabajo y la Lucha.
Después de la desolación del lunes, llegamos el martes con fuerzas renovadas para tratar de extraer de Sotón aquel material sonoro que buscamos desde que nos plantearon el proyecto. Esta vez, E.D. es mi compañero de viaje. E.D. sin dudarlo ni un momento realiza un paseo muy parecido al de su tocayo el día anterior, pero este, a diferencia del otro, no deja de hablar durante las 3 horas que comparto con él. E.D. nos lleva por todos los espacios, nos cuenta como se extrae el carbón mientras dibuja con un palo sobre una vagoneta sucia de hulla, las vetas de lignito, los pozos y las galerías. Más adelante nos enseñará mapas, planos, documentación en las oficinas de los ingenieros planos para hacernos una idea de las descomunales dimensiones de las galerías subterráneas.
A medida que entramos en confianza, E.D. nos cuenta más sobre la vida de los mineros, la lucha y las perspectivas de futuro, lo ve todo negro como el carbón, nos expone de nuevo esta sensación de últimos días, de que ellos son unos supervivientes de épocas pasadas. A pesar del pesimismo conserva cierta esperanza, al final nos dice “quizás un día, cuando el petróleo acabe, el carbón vuelve a ser necesario”.
E.D., comprometido, amante y minero (casi) de vocación nos suelta una avalancha de datos, historias y anécdotas. En sus narraciones siempre nos llegan informaciones de otros pozos, de Candín (que ya cerró), La Camocha, María Luísa, etc,.. Nos damos cuenta de que esto es una gran familia, una línea de frente que se extiende por toda la Cuenca Minera, un campo de batalla en el que a medida que se cierran los frentes se reconcentran los trabajadores en los cada vez más mermados leviatanes de acero y castillete.
Con ello, paseamos, con los binaurales ardiendo en nuestros oídos y recorremos una vez más los lugares, los mismos espacios que ayer, más silenciosos hoy, se llenan de vida con el relato de E. D.
Justo antes de salir, en la lampistería se me acerca una trabajadora - hay una llamada para tí - me llaman de Pozu María Luisa que mejor que el miércoles vaya directamente allí pues están descargando carbón y hay mucha más actividad laboral, ahí que vamos. Me despido de E.D. y urdimos un plan para el último día, el cuarto en Sotón.
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Día 003. Pozu María Luisa.
El edificio resonante / la máquina arquitectónica / sinfonía de vagonetas.
Llegamos a María Luisa y nos encontramos con otro monstruo, otro leviatán, este más comedido ya que está encajonado entre el monte y un tremendo almacén que eclipsa el panorama del emblemático pozo desde la carretera.
En María Luisa nos juntamos con B., minero taciturno que nos enseña todo el recinto. Este, a diferencia de mis anteriores compañeros de viaje se limita a mostrarme los espacios y solo habla cuando le hago alguna pregunta concreta. Apenas entabla conversación, lo cual me da pie a dedicarme al noble arte de la fonografía y con mayor razón ya que el réter de María Luisa no para de descargar vagonetas con carbón provenientes del embarque a 500m por debajo de nuestros pies.
Es en el réter dónde pasamos la mayor parte del tiempo, escuchando el resonar del castillete, esta enorme edificación que es una herramienta, un mecanismo pensado para la extracción que suena y mucho, suena a metal, a golpes, a carbón soltándose y a voces a gritos de un lado y del otro. La sirena marca los tiempos, suena cuando la jaula va a bajar, cuando llega a planta y cuando vuelve a subir. Los compresores, los saltos de raíles, el volcado de carbón en las tolvas, toda una sinfonía arquitectónica y del trabajo un órgano vivo y activo que cumple su función, accionado por pequeños personajes escondidos debajo de los blancos cascos, apostados en rincones polvorientos, cabinas de mando surcadas con pósters del Interviu y suciedad, mucha suciedad. Hoy para más excitación, llueve en el Pozo María Luisa.
A pesar del silencio de B. este tiene la picardía de llevarme al sitio en el que se clasifican los carbones y se suben a la gran tolva o silo al final de la instalación, allí el ruido es incesante, brutal y sobrecogedor, caen rocas de muchos tamaños, cada vagoneta descarga una ráfaga de ruido de rocas entrechocando con las paredes metálicas, que a medida que caen, van cambiando: el sonido de los enormes cascotes da paso a la fina gravilla que queda en el fondo de las tolvas, todo ello, sin parar en esta sinfonía incesante, a Lenin le hubiese encantado.
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Día 004.
Pozu Sotón. Un Pulmón de Acero y Hulla.
De forma premeditada, el último día ya de vuelta en Sotón concertamos cita con F. (ese plan urdido en el segundo día) otro minero muy comprometido y veterano en las Cuencas Mineras quiere “hablar con nosotros”. F. nos invita a un café en la lampistería, en la Casa de Aseos del Pozo Sotón. Una vez le ha dado los primeros tragos al café industrial dice envalentonado - tu pregúntame lo que quieras - de ahí pasamos prácticamente las dos horas siguientes hablando de prácticamente todo lo que he visto, oído y escuchado en Sotón y María Luisa. F. nos cuenta la lucha, el trabajo, el panorama de negociación con Hunosa y con el gobierno, pone de vuelta y media al país, la situación económica, la prensa y todo lo que se le pasa por la cabeza, F. se desahoga con nosotros, nos presenta una visión desesperada, tremenda y desoladora de la Minería Asturiana, ese discurso que ya hemos oído muchas veces en tantos otros sectores laborales, pero aquí acrecentado por las extremas condiciones de trabajo y por la más absoluta de las incertidumbres de futuro, eso sí que es desolación, ahora, el castillete resonante, ya no me parece tanto una máquina infernal sino más bien un pulmón de las cuencas, un pulmón de acero y hulla, una máquina infernal que por su forma de ser pende cual espada de Damocles por toda la región.
Con el salvaje relato de F. me despido de Sotón, dando un último paseo alrededor del leviatán de Costa, un paseo de despedida, y justo cuando enfilo el camino al parking empieza a caer una tenue lluvia que durará hasta el mediodía, hasta que llego a Gijón.
Por la tarde: sol, y buen tiempo - como decían aquellos - y paseando por la Playa de San Lorenzo, viendo pasar la marea de veraneantes, recuerdo ese oscuro lugar en el valle del Nalón y pienso, ese es otro mundo, este de aquí - el del cucurucho de helado y la sombrilla - es otro mundo, y apenas distan 25 km.