Paseando por el Rastro madrileño encontramos este lugar, que para mucho no pero para algunos es una mera aberración. Un local atiborrado de jaulas de pájaros listos para ser vendidos, la tentación de empezar a abrir jaulas es demasiado grande. Todo muy inquietante, incluso la niña que se escucha gritándole a las jaulas "¡silencio, silencio!"
Oigan oigan,...