Ya llevamos varios meses hablando de gestión, de como se deberían articular toda una serie de relaciones nacidas a raíz del intercambio y la colaboración entre distintos nodos. Hemos hablado con mucha gente, hemos preguntado como se funciona y hemos podido ver como se trabaja en otros lugares. Todo ello, evidentemente enfocado hacia las prácticas artísticas y curatoriales que nos ocupan.
Hemos asistido a festivales en grandes instituciones públicas y nos hemos paseado por pequeños espacios, asociaciones e iniciativas al margen de los "circuitos" del arte y la producción (que buena pregunta sería, que circuitos son esos). Casi que podemos decir que en el último año hemos pasado o participado en una variada gamma de eventos organizados desde arriba y desde abajo.
A lo largo de sendas incursiones en distintas iniciativas hemos descubierto como se está desarrollando de una forma transversal un creciente interés hacia el bien común. Si bien en cada uno de los eventos en los que hemos participado este "Bien Común" se difumina de diversas formas si que creo estar en posición de afirmar que se está despertando cierta consciencia de que o hacemos esto entre todos o no vamos a ninguna parte.
Esa consciencia del bien común viene dada, por supuesto, en un momento crítico en el que las prácticas artísticas que nos ocupan se encuentran en el último escalón del engranaje cultural (si es que hay uno) de nuestro país. Asumiendo una vez mas ese grado de marginalidad se están despertando en muchos puntos de la geografía y en la forma de funcionar de muchos la necesidad de contar con el otro, de invitarle para que luego nos invite, de colaborar para luego tender nuevos puentes, y construir sin tener que armar infraestructuras organizativas que ralentícen los procesos de intercambio.
Todo ello sucede, en este sector marginal, sucede entre aquellos que vivimos al margen del margen, y en muchos de los que organizan ya no tan al margen. Se suceden los diálogos, las posibilidades organizativas desinteresadas, el acogimiento, la ayuda y en definitiva la colaboración. Incluso, cuando se plantea la posibilidad de gestar organizaciones regladas y buroctratizadas que gestionen este flujo, todo el mundo se echa las manos a la cabeza. Al final, todo funciona mejor de tu a tu, directamente, enviando mails o hablando por teléfono.
Ese Bien Común del que hablábamos lo extraemos del término que últimamente se está utilizando en Economía para plantear modelos alternativos de gestión de dinero público, sin embargo podemos extrapolar sus ideas básicas a cualquier ámbito de gestión.
En este sentido, lo que parece que en un futuro va a ser la tónica general es este decantamiento por el bien común, que, en definitiva produce mayores beneficios que cualquier otro sistema e incluso es mucho mas rentable a largo plazo en este sector de las Músicas Raras (concepto enunciado por Oriol Rosell yq ue cada vez me gusta mas).
El bien común se desarrolla por necesidad, por aplastamiento; y tiene en cuenta cosas tan básicas como el altruismo, el intercambio y la confianza. Al fin y al cabo se trata de confianza, de tender puentes pidiendo una contribución para que luego esta se te retorne en diversas formas y maneras.
Efectivamente aquí la moneda de cambio no es el dinero, aquí lo que se intercambian son recursos y posibilidades, infraestructuras privadas y sobretodo tiempo invertido. Pero desde mi perspectiva, ahora mismo no se puede plantear otro modelo de colaboración en este sector. No hay forma alguna de que planteamientos calcados de los tradicionales sistemas del arte o la industria de la música calen en estos sectores marginales en los que nos movemos.
No hay lugar para la ambición económica, pues esta es casi una broma de mal gusto, no hay lugar para grandes caches ni tremendas producciones, en cambio si que hay lugar para muchísimo coste cero, para empatar el partido como decía Jose Tension Co. de Sevilla, y si que hay lugar para la resistencia, el trabajo en la trinchera del que ya hemos hablado mucho y sobretodo es el terreno perfecto para desarrollar una escena a nivel nacional absolutamente horizontal, pues las jerarquías tradicionales, los estratos artísticos y todos esos vestijos del modelo anterior no sirven ya absolutamente para nada, es mas sirven mas para el ostracismo que para otra cosa.
El plantear modelos económicos rentables en este sector es tarea casi imposible y por lo tanto, salvo en esas contadas ocasiones en las que un poco de dinero público se desprende de los presupuestos, la opción de guerrilla es la que mas fuerza toma y la que permite una mayor libertad a la hora de generar programaciones arriesgadas que nada tengan que ver con condicionantes económicos sino con la suma de esfuerzos y recursos colectivos. Pues si somos capaces de construir a partir de ese modelo DIY entonces tenemos todas las que ganar.
Pues la otra alternativa es dejar el sector y dedicarse a algo mucho mas rentable y entonces adentrarse en el oscuro mundo de las otras músicas, los managers, discográficas y el tedio mas profundo, pues esos modelos de gestión sólo llevan a un lugar, la estandarización y la producción cultural con un claro objetivo, el dinero; llevan a la lucha de egos, al pavoneo de los caches a las envidias, los odios y las rencillas y finalmente a valorar las cosas no por lo que son sino por lo que cuestan, yo señores, paso de eso olímpicamente,... prefiero terminar en algún puente de la M-30 o en todo caso abandonando este país que tanto puede ofrecer y tanta pena da hoy día.