El movimiento 15M tubo la gentileza (ya que nos perdimos el primer clímax de este movimiento) de convocar una nueva jornada de protestas globales para mostrar la indignación por (principalmente) una clase política a años luz de los problemas derivados de la crisis económica y demás políticas pedestres, caducas y pretéritas.
En Valencia el efecto "llamada" me llegó a mi a eso de las 5 de la tarde al recibir una llamada agitada de teléfono invitándome a unirme a la marcha (acelerada) que salió de mi querido Barrio de Benimaclet. Apresuradamente recogimos el equipo y nos aferramos a la esperanza de llevar suficientes baterías para la jornada que nos esperaba.
Después de unas carreras, unos portazos, pasos apresurados en la escalera de mi edificio y la pereza de no haber tomado un café reanimador, nos sumamos a la Columna de Benimaclet que se dirigía al centro de Valencia para juntarse a las distintas marchas llegadas de todos los barrios, Mislata, Campanar, Natzaret, Cabanyal, etc,....
Llegados a la plaza, asistimos a la llegada de los distintos Clanes, lo cual, cabe mencionar, fue sumamente emocionante y divertido.
De ahí a la congregación masiva; bandas de música, pancartas ingeniosas, gritos, pitos, aullidos, batucadas y cacerolas. Y es que en Valencia, las cosas o se hacen con bandas de música o no se hacen, y la verdad yo lo agradezco.
Y de ahí rodeamos la ciudad, des de Xátiva hasta Serrans y Tetuán, pasando por Torres de Quart y enfilando la recta final de la Calle Colón, no sin antes pasar por delante de casa de nuestra bienamada Rita a quién de seguro despertamos de la sudorosa siesta y luego, esta misma, despertó al Sr. Rubalcaba para quejarse por tal importunio.
Si bien salimos de casa a las 5 de la tarde, llegamos a la misma sobre las 11 de la noche, exhaustos y satisfechos de haber participado en una manifestación que seguramente recordaremos mucho tiempo, por ser una catárisis colectiva, un desahogue y un espectáculo digno de ser visto y escuchado.
De ahí pues, viene el título de este artículo, El Oyente Implicado, ese oyente que recoge el sonido por simpatía, por afinidad y no por el simple afán del cazador de sonidos, ¡usurero acústico! Recoger el sonido de este movimiento social es una actitud comprometida y una clara implicación con el movimiento.
Parece una obviedad recalcar este punto pero considero importante mencionarlo, pues poder poner mi trabajo al servicio de una idea colectiva, una reivindicación justa y necesaria, me parece un deber que no puedo eludir y que asumo con mucho orgullo al igual que otros compañeros lo han hecho en Barcelona, Madrid, Bilbao, Gijón, Murcia, Sevilla, etc...
Al final, lo que conlleva esa implicación es que el punto de vista del material sea subjetivo y de proximidad, lo cual, afecta a la manera en como afrontamos la grabación pero que si sin duda ofrece una imagen sonora (válgame dios) muy clara de como se ha vivido esto. Lo que nos lleva una vez mas por la senda de la escucha participante, activa e implicada, y eso, rompe distancias, acerca y clarifica, creo yo.